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La Costa Más Lejana



 
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sam melara
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MensajePublicado: Mar Sep 30, 2008 7:01 pm    Asunto: La Costa Más Lejana Responder citando


A manera de apología.

Muy pocas cosas en la vida son tan serias como El Sol, las flores, las estrellas o las historias. Si concebimos un día sin Sol, un campo sin margaritas, una noche sin estrellas o un romance sin misterio, ¿Qué tenemos? Vacuidad inmensa, similar a la que existió en el planeta verdiazul en el inicio de los tiempos: ‘Y la tierra estaba desordenada y vacía’. Antes que El Mago Creador la pintara de los más bellos colores de la primavera, antes de sumirla en esplendida y frenética alegría.

Siempre creí que nuestro amor hacia las historias se debe, en parte, a que todos de alguna manera nos encontramos dentro de una enorme y fabulosa historia. La existencia común y corriente es fabulosa sin exageración; es como diez mil apasionantes novelas detectivescas revueltas con una cuchara.
Tenía razón Chesterton cuando dijo que la perplejidad de la vida emana del hecho que hay tantas cosas interesantes en la ella, que tenemos demasiado poco tiempo para interesarnos debidamente en cada una de esas cosas. Por separado los hombres pueden parecer más o menos racionales, cuando comen, duermen o urden algo. Pero la humanidad en su conjunto es veleidosa, mística, inconstante y encantadora. Quiso Dios ensayar el cuento más fantástico, poner en escena el drama más excelso y experimentar el romance más tórrido. Y entonces nos creó a nosotros.

Es esa la razón por la cual las historias verdaderas se tornan leyendas, para luego volverse mitos y así impedirnos olvidarlas. Es esa la razón por la cual nuestro corazón de niño no se conforma a aceptar la explicación más racional para las cosas. Si los árboles se agitan como locos al viento bien podríamos pensar que esa corriente fresca es el producto de la danza descontrolada de esas dríades de una pierna. Después de todo quizá sea que Dios, además de sembrar eternidad en nuestro corazón, sembró un poco de su magia.

Mientras vivamos seguiremos soñando. Y seguiremos creyéndole a quien nos dice que el árbol del jardín produce manzanas de oro porque debajo de sus raíces duerme un dragón.

De esta manera presento mi pequeño relato. No diré que es un cuento verdadero, porque, como verán, todo en él es verdad.



I. ¡Feliz Inglaterra! ¡Yo me contentaría!

El día era casi perfecto. Arriba, la cúpula de turquesa hacía de aquel cuadro uno muy feliz: un hermoso barco pintado, sobre un mar también pintado, que surcaba un universo de ensueño y tranquilidad. En efecto, el Faërie al romper la espuma desplegaba toda su majestad en aquellas aguas cargadas de vida, haciendo la escena digna de un cuadro en el salón de gestas de un palacio.

La tripulación, toda junta, era victima de una felicidad casi demencial que solo puede vivirse al navegar, y que es aún mayor en aquellos que tienen por patria la mar. Desde el bodeguero encerrado en la cala, entre toneles de vino y ron, hasta el vigilante en la gavia, con el viento soplando fuertemente en su cara, todos ellos, eran hombres libres y felices.

El Faërie parecía en verdad un barco sacado de una historia fantástica. Era la suma de todas las cualidades que un marino ama en su nave: bella y de brillantes colores, de líneas suaves y veloces, planeada para responder excepcionalmente ante los caprichos de su capitán y asombrosamente fuerte. Grande, pero con la velocidad de un barco que ganó cada una de sus batallas. Sus tres palos se alzaban imponentes al Sol, y sus velas argentinas eran las banderas de una victoria permanente. El bauprés de fina talladura yacía sobre el mascarón de proa en forma de dríade; y a estribor en palabras latinas, muy al gusto de su dueño, tenia la inscripción: ‘Alia Jacta Est’. Era sin duda un barco que no solo cabalgaba sobre las olas sino sobre el mismo viento.

Bajo los rayos de aquel Sol estival iba el capitán, y su alegre canto se elevaba desde la popa mezclándose con el viento que hacia gemir las cuerdas

¡Feliz Inglaterra! ¡Yo me contentaría!
¡Con no poder ver otros verdores que los tuyos,
Ni sentir otros aromas que los de tus bosques!

¡Feliz Inglaterra! ¡Yo me contentaría!
¡Sin más sustento que el dulce de tu brisa
Sin mas riqueza que el oro de tus costas!

En el amplio mar soy libre, sin embargo
Siento a veces por tus cielos, nostalgia
Y ansias de flotar al oír tus canciones.


Sólo los ojos del capitán eran más brillantes que la nave. Solo esos ojos eran más jóvenes que un niño y más viejos que el mundo. James McElroy -pues ese era su nombre-, el almirante, regresaba a su país con el dulce sabor a satisfacción que provee la empresa cumplida, empresa por la cual había partido de Dover hace exactamente dos meses y dos días.

La tranquilidad de aquella mañana era casi irreal. El capitán decía que la vida era como una canción, y que era en días como esos, cuando la cuerda de la monotonía se tensa al máximo, que se producen las canciones más intensas. Por ello, a pesar de cantar a viva voz y con una sonrisa en su rostro, su corazón meditaba. Al entonar las notas de aquella canción compuesta por él mismo, sus pensamientos le trasportaron al recuerdo distante de una playa donde muchos años atrás supo que amaría el mar para siempre. Súbitamente una voz le sacó de ese dulce y breve letargo. Era uno de los vigías

-¡Barco viene! -Clamaba la voz-
-Dos naves se aproximan a sotavento, Señor -Gritó Maese Cavendish, el contramaestre, mientras miraba a través de la lente-
Las carracas gemelas se aproximaban a lo lejos, ganando velocidad lentamente, pero nunca tan veloces como el Faërie. La distancia era tal que era imposible ver las condiciones de la tripulación enemiga
-Soberano y Nuestra señora -Dijo el capitán, hablando para sí-
-Han desplegado los remos según parece. ¿Hemos de liberar el trinquete, Capitán? -Preguntó Maese Cavendish, que aún miraba las naves por la lente- Podemos acelerar la nave y guiarlos hacia el canal. Estamos a escasas horas de nuestras costas. Allá, aunque nos dieran alcance, no se atreverían a enfrentarnos
-¡La mesana a media altura! ¡Artilleros al alcázar! ¡Asegurad el cordaje! ¡Hemos de enfrentarles lo antes posible! Era la voz del capitán que, como una canción, llenaba de ánimo los corazones de sus hombres.

No era el primer encuentro con esas temibles naves españolas. Unos días antes les habían visto a lo lejos en algún lugar cerca del mediterráneo, pero fue poco después de lo acontecido con la Armada que tuvieron que enfrentarse a ellas. En aquella ocasión el Faërie junto a otras naves como el Triumph y el Last Crusade de Sir John Bismark infringieron no poco daño a la flota de la cual Nuestra Señora y Soberano formaban parte.
Era el año 1589 de Nuestro Señor, a pocos meses de la titánica derrota de la Armada invencible en las bravas aguas Inglesas, aguas que eran hoy más que nunca el temor de los españoles. Este hecho explicaba la prisa que las carracas tenían al pretender abordar al Faërie lo antes posible.
El Capitán McElroy -un pirata para muchos, un héroe para otros- había sido enviado por Su Majestad, Elizabeth I, a recuperar objetos pertenecientes a la corona que habían sido robados en los caóticos días del conflicto con Felipe II. Dichos objetos consistían en Joyas, diarios personales y otros artículos. Pero entre todos ellos, de mayor importancia eran los Anales de los Reyes, rollos escritos que según muchos, registran todas las acciones, buenas o malas, de cada uno de los monarcas del imperio.


La nave, con su trinquete a medias redujo su celeridad. El capitán desvió levemente el curso a estribor y ordenó a la mitad de los artilleros agruparse en la parte trasera de la nave, dejando libres la mitad de sus cañones. Hizo al resto de los artilleros tomar las armas livianas y ocultarse de la vista inmediata

-¡Maese Cavendish! -Gritó el almirante- ¡dos de sus hombres al trinquete!. Liberará la vela mayor a mi orden. Haremos que Las Gemelas se coloquen a cada extremo. ¡Que piensen que nos cierran el paso! ¡Ay de nosotros si mi plan nos lleva a la perdición! Pues temo que estos españoles desean tomar nuestra hada como una presea para su Rey.

El tiempo pasó y las naves enemigas siguieron avanzando. Se acercaron desde atrás colocándose al frente, como siguiendo los planes de otra mente. Empezaron a cerrar el paso del Faërie que ahora a penas se movía en medio de las dos galeras. Encontraron para su sorpresa a una nave que parecía casi abandonada y en la que solo se veía su capitán y unos pocos hombres. Los españoles intuyendo rendición gritaron alborozados y dispararon muchas cargas al aire, como celebrando una victoria prematura. Mientras tanto bajaban las velas mayores y junto a ellas su guardia.
Envanecidos por su superioridad numérica, empezaron proferir insultos. La dote de cada una de aquellas naves sobrepasaba los ciento cincuenta hombres, mientras que el Faërie apenas contaba con unos ochenta valientes. Uno de los capitanes españoles gritó al Capitán McElroy, que seguía teniendo el mismo fulgor en sus ojos. James McElroy sostenía con una mano el timón y con la otra empuñaba su pistola apuntando al cielo

-Perro muerto. Ya es hora de cobrar venganza. No os mataremos ahora, sino que os tomaremos junto con vuestro putrefacto esquife. El gusano en su agujero. Que el Rey decida como os mata
-Habla usted demasiado, Monseñor -Gritó el capitán en perfecto español-. El Faërie ahora se movía un poco más rápido que los galeones españoles, aunque éstos no lo notaron. La proa fantástica se abrió paso lentamente entre las naves
-Los dados están tirados -Dijo el español-
-Los dados aún vuelan por los aires. Y ahora una corriente los mueve a mi favor. ¡Cavendish!
Tras el grito el trinquete se liberó con exquisita rapidez y el viento silbó llenando la vela mayor. El Faërie aceleró asombrosamente mientras el capitán McElroy Gritaba: ¡Fuego! mientras disparaba su pistola. Los artilleros antes ocultos dispararon desde la parte posterior sus cañones y sus otras armas castigando las galeras gemelas.
Ante la confusión que los paralizó por un momento, los españoles empezaron a disparar las pocas armas livianas que tenían cargadas. No habían preparado los cañones para no dañar la nave, pues el capitán estaba en lo cierto al creer que la intención de este ataque era apoderarse del Faërie. Pero el Faërie se movía muy rápido. Los últimos cañones de la nave que ahora les sorprendía con su velocidad lograron dañar la proa de uno y el primer palo del otro.

La tripulación del Faërie gritó al unísono en celebración. Su capitán les había guiado a una victoria más. Empezaron a alejarse con una velocidad que sorprendió a los barcos enemigos que ahora veían con claridad que habían caído en las redes de un plan diseñado por alguien más listo y muchísimo más rápido.

-Inglaterra nos espera. -Dijo el capitán- ¡Maese Cavendish!
-Si, señor
-Muéstrenos el significado de la velocidad
-A sus órdenes, Almirante

Al frente una imagen cada vez mas clara se dibujaba: eran las hermosas costas inglesas.

_________________
Sam Melara: Peregrino Azul
Y de esa manera quiero andar por el mundo como una sorpresa maravillosa... Flotar tan ociosamente como un vilano de cardo y llegar de modo tan silencioso como la salida del Sol, sin que se me espere como no se espera el trueno, sin que se me recuerde como no se recuerda a la brisa que se disipa. No quiero que la gente me vea por adelantado como un bromista muy conocido. Quiero que mis dones, la muerte y la vida después de la muerte, lleguen vírgenes y violentos. Voy a ponerle una pistola en la cabeza al hombre moderno. Pero no la utilizaré para matarle... sólo para devolverle la vida.


El Hombre que fue Jueves
Blog dedicado a C.S. Lewis, G. K. Chesterton, J. R. R. Tolkien y mis pensamientos

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rachel
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MensajePublicado: Mar Sep 30, 2008 10:11 pm    Asunto: Responder citando

Otro cuento tuyo Sam! Genial!!!!!!!!!!!! Aplausos Aplausos Aplausos

Demuestras una vez más tu capacidad como escritor, agregando a la de narrador también el de poeta. Muy Feliz

La historia tiene un comienzo muy atractivo, que invita a continuar leyendo y a desear saber cómo continúa.

Además, le agregas el ingrediente siempre interesante de ubicarla en un momento histórico particular, mezclando sabiamente datos históricos verdaderos con otros ficticios.

Muchas gracias por publicar un nuevo cuento!

Y por cierto, coincido con lo que escribes como introducción.

Muy Feliz Muy Feliz Muy Feliz

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Las Cronicas de Narnia en Espanol
Las Cronicas de Narnia en Espanol***Las Cronicas de Narnia en Espanol

“Si encuentro en mi deseos que nada en esta tierra puede satisfacer, la única explicación lógica es que fui hecho para otro mundo”. C.S.Lewis
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Bethan Maleza
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MensajePublicado: Dom Oct 12, 2008 6:30 pm    Asunto: Responder citando

Hermoso Muy Feliz. No sé si te lo he dicho, pero sos uno de esos escritores que convierten la prosa en una poesía, que más allá del contenido de la historia, la forma en que unen las palabras nos invita a leer y disfrutar de la sola forma en que la historia es narrada, como a veces escuchamos una canción sin importarnos la letra, porque la melodía es hermosa. Pero si a eso le añadimos que lo que nos cuenta la historia es interesante, y nos invita a seguir recorriéndo la suerte de sus personajes con ella, tenemos el cuento completo.
Felicitaciones, espero leer la continuación un día.

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Contramaestre del "Resplandor Cristalino"
Entrego mi alma
al dulce resplandor
de la vida misma, del sol
de la Reina Lucia, la Valiente,
en todo su esplendor.


Las Costas Dicen
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Markos
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MensajePublicado: Dom Oct 12, 2008 6:56 pm    Asunto: Responder citando

Aplausos Aplausos Aplausos Aplausos
La verdad SAM que te pasas escribiendo, me gusto mucho y demuestra de el “don” que tienes para hacerlo…
Me pregunto si algún día recorriendo librerías encontrare algún libro de ustedes (me refiero a los que escriben los fics) o tal vez una película “inspired by”…
Ojala te sucedan cosas buenas y si esta es tu verdadera pasión no la dejes y lucha por ella.
Un gusto leer historias como estas…
Markos

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La unión hace la fuerza, y la prueba está en que somos como un copo de nieve que nos cae en la cara y que al unirse a muchos otros produce una gran avalancha…Por un clan mejor...Por un foro mejor
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MensajePublicado: Vie Oct 17, 2008 2:10 pm    Asunto: Responder citando

wow! Shoqueado
q hermoso!
SAM m encanta tu manera de narrar
tienes un don!
wow! Shoqueado
bravo! Aplausos

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Lleva a Narnia en tu cOrazOn!

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digori
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MensajePublicado: Mie Oct 22, 2008 7:11 pm    Asunto: Responder citando

tenia mucho tiempo de no postear en la parte de fics, la verdad me he retirado de ello... pero he leido este de SAM y me parece muy, pero muy bien redactado.

Logras mantener el interés del lector y mezclas muy bien los datos históricos con la narrativa.
Definitivamente sé que algún día veré más de algún libro tuyo en los estantes de las librerias.

Excelente SAM!

saludos

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Caballero de la Luz Sagrada y guardián del libro Infinito, en donde, Debería estar escrito tu nombre
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sam melara
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MensajePublicado: Vie Oct 24, 2008 8:59 pm    Asunto: Responder citando

Muchas gracias por sus comentarios. Son, aunque no lo crean, de mucho animo e inspiración. Todo lo que dicen es muy halagador, no creo merecer todo eso...
Y si, Junior, ¡Quiera Dios que algún día pueda publicar alguna de mis historias!

Les cuento que esta historia aunque pequeña y quizá no completamente desarrollada, es muy querida para mi, y ha estado flotando en mis pensamientos por muchos días, aún desde aquellos de un pasado remoto cuando las lagrimas eran siempre dulces en mis mejillas.

Sin mas atraso y con profundo agradecimiento, les dejo la segunda entrega:



II. La Corte de La Reina.

La tarde que arribaron a Dover el cielo mostraba un curioso despliegue de majestad. Algún caminante de barbas blancas pensó, al cruzar la playa, que aquellos trazos con los colores del oro y la sangre no eran más que los vestigios de una tragedia enorme pintada en el lienzo sempiterno por el mismo Apolo antes de retirarse a sus aposentos. Un pescador fanático corrió a encerrarse en su choza mientras sostenía sus manos contra sus oídos para no escuchar el estruendo de las trompetas, y así guardarse de aquel espectáculo que según él, presagiaba la llegada del Juicio Final. Alguien más, un Capitán que tocaba tierra después de muchos días, pensó que aquella muestra de belleza sin par mostraba que El Creador es el romántico por excelencia, que, danzando al ritmo apabullante de un encantamiento de amor, dibuja los mejores paisajes para ser contemplados efímeros instantes.

Después de ordenar ciertas reparaciones a los carpinteros y solicitar el abastecimiento inmediato de comestibles y otros artículos, el capitán se dirigió al ‘Jabalí Azul’, la posada donde descansaría junto a Lloyd Cavendish, su hombre de confianza.

En el fondo de su ser luchaban dos pensamientos mientras avanzaba. Una parte de su corazón deseaba pasar una temporada larga de descanso en el Jabalí, sin más preocupación que la de despertar a tiempo para el desayuno, sin más ruido que el de las risas en la posada, sin más música que el romper de las olas en aquel cañón donde solía ir a meditar. Otra parte de su corazón de marinero le decía que estaba a las puertas de una aventura enorme, más grande de lo que pudiera imaginar y que se encontraría en medio de ella tarde o temprano.

El Jabalí era famoso por servir la mejor cerveza de la región y por poseer el mejor servicio. Por esta época del año la casa estaba totalmente llena con el movimiento de mercantes, extranjeros y otros que tan solo llegaban para pasar unos días de descanso. Pero siempre había lugar para el capitán. Su dueño, Walter Frobisher, un antiguo marino, era un viejo conocido del almirante y su familia.

—¡Un baño caliente, huevos, setas, tocino y una buena cerveza! ¡Ah! Eso es lo que todo ahora tengo en mi mente —Dijo Lloyd suspirando, mientras subían la calle que serpeaba antes de llegar al Jabalí—
—Muy pronto los tendrás —fue la respuesta del capitán— que caminaba pensativo
—Lo siento, Señor. Estoy tan emocionado con un buen descanso y la comida de Walter que casi olvidé preguntarle como está —era la voz con cierto tono de preocupación del joven—, pues le he notado preocupado
—Estoy bien, aunque con una mezcla de emociones que no sentía desde hace mucho
—No ha estado durmiendo bien, lo he visto
—He tenido algunos sueños extraños con batallas enormes y barcos desconocidos en mares extraños. En dichos sueños lucho contra barcos enormes, construidos a la usanza antigua, mientras guío una flota entera a la perdición. El sueño se ha repetido muchas veces y aunque jamás sentí mayor temor que ese, el sueño siempre termina bien, con una sensación de paz asombrosa. En mi mente siempre se repite aquel recuerdo de mi adolescencia, cuando el barco, donde navegaba como invitado fue capturado y llevado al África. Aquella noche cuando me creía el más desdichado del mundo, encerrado en una jaula de palos junto a otros hombres a la orilla del mar, cuando por primera vez pude ver a aquellos enormes leones jugar con sus cachorros a la luz de la luna. Esa noche fui feliz después de muchas tristes puestas de Sol. Fue el día que supe que amaría el mar por siempre. Siempre en las noches más oscuras y en el fragor de las peores tormentas recuerdo aquellos majestuosos animales a la orilla del mar y mi corazón cobra animo. Creo que me atrevería a soñar esa pesadilla cada día si todo termina de esa manera —Dijo el capitán—
—Se sentirá mejor después de un buen descanso —agregó Lloyd—. Debería pasar una buena temporada aquí. Después de todo, creo que se lo merece y no creo que Su majestad se oponga después de las nuevas que traemos
—Me encantaría hacerlo. Pero algo en mi instinto de marino, ¡que me aspen si alguna vez me ha fallado! Me dice que algo que me espera en el camino se mostrará a sí mismo muy pronto
—No quiero pensar en caminos ni destinos por unos días. ¡Hemos llegado! Iré a buscar a Walter

Adentro, se escuchaba el murmullo de risas en una noche alegre. Una chimenea en el centro del salón principal creaba en el entorno la ilusión de luces y formas que bailaban al ritmo del fuego. Era en verdad una noche muy ocupada en el Jabalí, y varios de los empleados corrían de un lado a otro llevando jarras de cerveza, platos, fuentes sucias y otros implementos. Varias voces procedentes de una mesa del fondo, entonaban una vieja cantinela de piratas:

Veinte hombres sobre el baúl del muerto…
¡Yojojó, y una botella de ron!
Belcebú y la bebida acabaron con su vida…
¡ Yojojó, y una botella de ron!


El capitán decidió esperar de pié en la entrada. Los blancos anillos de humo que subían de su pipa se confundían con las trazas de humo de la chimenea y la cocina en aquel amplio salón. Se le antojó pensar que aquella alegría liviana que flotaba en el ambiente esa noche había tomado las formas alucinantes de las líneas de humo. La alta figura del capitán se erguía de pie ante el umbral y parecía gigantesca y misteriosa debido al contraste de la luz interna del lugar y su sombra. Sus cabellos largos y negros parecían dóciles y leoninos a la vez y en su mano izquierda brillaba un enorme anillo dorado. Unos momentos después se aproximaban dos figuras entre la multitud: Walter, el posadero, que se acercaba mientras conversaba con Lloyd Cavendish

—Parece que has puesto un hechizo en tu cerveza, —dijo sonriente el capitán mientras volvía a ver a los alegres huéspedes—. ¿Buena como siempre, eh?
—Mejor que mejor. Aunque adivino que eso tendrá que esperar por ahora. Necesito hablarte en privado. Vamos a la habitación dispuesta para ti
—Yo me quedaré a tomar unas jarras, si no le importa, capitán —dijo Lloyd—
—No bebas mucho. Creo que te necesitaré con el uso de todas tus facultades muy pronto

Los dos hombres se alejaron dejando atrás a la multitud bulliciosa.
—Te has vuelto muy solicitado. Hay un enviado de la reina esperando por ti aquí desde hace tres días. Su majestad dio ordenes de llevarte a la corte tan pronto como llegaras. Pero creo que hay algo que es necesario que veas antes de ir, pues algo me dice que está relacionado con las respuestas que has buscado por mucho tiempo.
Mientras abría una puerta sonó una campanita y, ante la sorpresa del almirante, con asombrosa rapidez apareció un joven, empleado en la posada.
—Trae una buena Jarra para el capitán. Y una jofaina con agua caliente. Y algo de comer. Las noticias son siempre mejores cuando algo calienta la garganta. Ante la orden, el joven (cuyo nombre era al parecer Dave) se alejó al instante
—Hay un aire de misterio en todo esto, Walter, y a penas puedo soportarlo. Mientras más rápido me cuentes, mejor
—Paciencia. Todo a su tiempo, eso lo sabes mejor que nadie. La semana pasada arribó Peregrino, en muy malas condiciones. La tripulación entera se había extraviado en un extraño lugar sin vientos, donde no funcionaban las brújulas ni conocían las estrellas. Después de quedarse sin nada que beber se habían conformado con su fatal destino. Cuando varios de los hombres se lanzaron al agua para encontrar la muerte más rápido, se percataron que aunque las aguas parecían profundas, se encontraban en un territorio de bancos de arena móvil. Más adelante, después de muchas dunas, en una especie de Isla, encontraron agua para beber, cabras que cazar y madera para hacer fuego. No muchos días después un viento fuerte o una corriente, nadie puede explicarlo, les ayudó a salir de aquel sitio. El día siguiente, después de un extraño amanecer y como por arte de magia, se vieron a si mismos en aguas conocidas.

—El confín de Dhyrn —balbuceó el capitán para si—

Encontraron este cofre. —dijo Walter mientras sacaba un cofre de una pequeña puerta escondida en la pared— Bueno, uno de los pillos del barco lo encontró y no dijo nada a su capitán. Vino a vendérmelo a mi.
Era un pequeño cofre de madera y metal con muchos signos y grabados. Los símbolos eran similares a los del anillo del almirante y parecían runas antiguas, muy parecidas a ciertas letras relacionadas con la Galia antigua .

—No quise abrir la maldita caja sin ti, ¡sabe el cielo cuantas comidas y molestias ha de costarme!
—No llores, sabré recompensarte, viejo lobo de mar. Dame la llave. Al parecer es una de esas cerraduras que necesitan un movimiento especial para abrirse. Sí, está abriéndose…
Para asombro de ambos, la caja contenía, además de mucho polvo y arena, un anillo idéntico al del capitán, pero con una pequeña variación en uno de los símbolos, y en el fondo de la caja, había un pequeño papel con una inscripción en runas gálicas y el Idioma les pareció muy similar al inglés
—No se leer lo que dice esta carta, testamento, memorial o lo que sea. Pero cualquiera que conozca un poco de inglés y sajón antiguo diría que estas letras, las más grandes, dicen: Dhyrn, literalmente ‘de más allá’, y esta rosa señala al sur

Su conversación fue interrumpida por un enérgico llamado en la puerta
—Dave, ¡cuantas veces voy a enseñarte como llamar a la puerta de un caballero, pequeño asno! —dijo Walter mientras se disponía a abrir la puerta—
—No es ningún Dave, señor Frobisher. Su majestad la reina se ha enterado del arribo del capitán y demanda su presencia inmediata en la corte. Ya hay un coche esperándole desde hace varios días, y un bote en el Támesis dispuesto para el caballero y el mancebo que siempre le acompaña
—La cerveza y la cena… guárdalas para después. Volveré antes de hacer cualquier cosa. Muchas gracias, viejo amigo.
—Por aquí, si me permite, Capitán
—Conozco el camino, muchas gracias, señor…
—Nevinson, para servir a usted y a la Reina, Dios le de larga vida
Al salir al salón encontraron a Lloyd comiendo y disfrutando junto a algunos marinos con los que había trabado conversación. Por la expresión en el rostro del joven, era evidente que entendía que sus planes para la noche habían sido lanzados por la borda.

La reina les recibió esa misma noche. Su prisa era enorme, pero eso no hacía que fuera menos amable. El capitán era uno de sus siervos más fieles y preciados, aunque ella sabía que la fidelidad de aquella leyenda viviente se debía más que al trono, a los principios de libertad y paz del Imperio, que él amaba como pocos. Pues debe saberse que aunque el Capitán consideraba la mar su propio país, amaba de manera especial a Inglaterra. Y siempre que su mente se volvía atrás en busca de la querida imagen del hogar, como en un sueño dulce, venía a su mente la figura de su casa en Battersea y en su mente resonaba como música el silbo de la tetera y el ronroneo de su gato, en las tardes apacibles.

—Bienvenido, Capitán. Mil disculpas por la prisa, que espero, no os parezca desmesurada. Y si os parece, espero os contentéis con saber que la medida de la misma solo corresponde a vuestra cortesía y mi afecto por vos —era la voz de la reina, firme y femenina, que disimulaba su aparente alegría—
—Siempre es un placer visitaros, Mi Lady, aún a estas horas, las últimas de la noche y las primeras del día, según parece. Espero esté satisfecha con el cumplimiento de la última misión, de la cual imagino ya está enterada
—Imagina usted bien, Peregrino Azul. Pero esta vez ha sido llamado para una misión aún mas importante, quizá la mas grande de toda su carrera. Existen muy pocas personas ordinarias y aún muchos menos marinos que crean en la antigua leyenda del último cofín, la costa más lejana. Hasta donde sé, el capitán McElroy es uno de esos pocos hombres. ¿Puede mostrarme su curioso anillo otra vez, caballero?
El capitán alzó su mano izquierda y mostró el anillo.
—Yo, su devota soberana —continuó la reina— soy de esas pocas personas cuerdas que creen en las leyendas y en la fantasía. ¡Como no creer en esas historias que narraba mi abuelo!. Pero estará usted de acuerdo que es cosa diferente soñar con esas historias, creer en ellas, que encontrar pruebas que confirmen su existencia. Me refiero a pruebas reales. Reales como un anillo, reales como un barco que se extravía en medio de la nada, reales como lo que voy a mostrarle

Ante el chasquido de sus dedos, aparecieron dos de sus doncellas llevando dos rubios jóvenes de largas cabelleras, vestidos como cortesanos. Los pobres muchachos parecían atemorizados, sin poder entender lo que pasaba. Eran llevados por las doncellas como un niño es llevado de la mano por su madre a través de un pasillo oscuro.

—Sir Francis Drake encontró a estos jóvenes en una isleta remota. No son ingleses, aunque lo parecen. No son de ninguna parte que conozcamos. Hemos intentado hablar con ellos, pero su idioma, o lo poco que saben del mismo, es diferente a todo lo que conocemos. No vienen de uno de esos países que muchos están empeñados en descubrir. No creo que sean de nuestro mundo. ¡Acérquenlos!
Para sorpresa del capitán, los jóvenes tenían collares, de fina hechura, y de los collares corroídos colgaban anillos, con símbolos similares a los de su anillo. La reina siguió su narración, al ver que eso era lo que esperaba el capitán

—Mi teoría, muy verosímil por cierto, es que esos jóvenes vienen de ese lugar que usted y yo buscamos, ese confín distante, ‘La costa más lejana’. Ellos, al igual que nuestros desafortunados marinos, escaparon de ese extraño lugar y fueron a dar a esa pequeña isla donde fueron hallados por Francis. Allí crecieron separados de la civilización, pescando y sobreviviendo como podían. Conservaron algunas de las palabras de su antiguo idioma y sobre todo, conservaron sus curiosos anillos.
—Parece muy posible —asintió el capitán, que parecía desconcertado—, pero no me explica aún cual es mi papel en todo esto
—Las noticias al respecto se empiezan a esparcir y muchos ya hablan de una Isla distante llena de tesoros asombrosos. No es fácil guardar un secreto de esta magnitud. He oído de muchos caza tesoros que planean expediciones para encontrar la costa más lejana. Ellos lo hacen por los tesoros. Pero nosotros sabemos que ese lugar es más que un almacén de joyas. Ese lugar puede ser la tierra de nuestros sueños. Quiero que la encuentre

—¿Por qué yo, Majestad?
—¿Por qué tu? ¿Tu me preguntas eso a mi?
—Si, ¿Por qué no enviar a Sir Francis Drake? Pues fue él quien encontró estos jóvenes
—He visto viejas naves zarpar como mágicos y durmientes cisnes. He visto sus proas brillar más allá de aquella villa que muchos hombres aún llaman Tiro. He visto muchas naves partir, pero nunca una tan bella como tu hada. No, capitán, no existe otro marino capaz de esta hazaña. Nadie tiene el corazón necesario, ni la habilidad. Pide lo que quieras, el precio que demandes justo. ¿Necesitas más marinos? ¿Provisiones? Pide, pero no pidas más que la mitad del reino y te los daré
—Usted sabe que esta misión no tiene precio. ¿Cuál es la tarifa por ver las nubes hechas jirones por el Sol? ¿Cuál es el precio del mercado por un árbol azul en el horizonte, luego que adquiere al Sol blancura cegadora? ¿Tendrá algún precio la tierra de las hadas y los elfos?
—No entiendo tu respuesta
—Esta misión no tiene precio, como no tiene precio el privilegio de realizarla. Iré, Su majestad.

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Sam Melara: Peregrino Azul
Y de esa manera quiero andar por el mundo como una sorpresa maravillosa... Flotar tan ociosamente como un vilano de cardo y llegar de modo tan silencioso como la salida del Sol, sin que se me espere como no se espera el trueno, sin que se me recuerde como no se recuerda a la brisa que se disipa. No quiero que la gente me vea por adelantado como un bromista muy conocido. Quiero que mis dones, la muerte y la vida después de la muerte, lleguen vírgenes y violentos. Voy a ponerle una pistola en la cabeza al hombre moderno. Pero no la utilizaré para matarle... sólo para devolverle la vida.


El Hombre que fue Jueves
Blog dedicado a C.S. Lewis, G. K. Chesterton, J. R. R. Tolkien y mis pensamientos

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MensajePublicado: Dom Nov 30, 2008 3:15 am    Asunto: Responder citando

Lamento enormemente la demora por escribirte un comentario amigo... Avergonzado Avergonzado Avergonzado

Gracias a Dios, acá estoy todavía, pudiendo darme el gusto de leer tus escritos.

Mi opinión:

Primero lo malo: tal cual ya te dije, no creo que esto sea coherente con la realidad histórica:

Cita:
La reina les recibió esa misma noche. Su prisa era enorme, pero eso no hacía que fuera menos amable. El capitán era uno de sus siervos más fieles y preciados, aunque ella sabía que la fidelidad de aquella leyenda viviente se debía más que al trono, a los principios de libertad y paz del Imperio, que él amaba como pocos.


Un imperio no tiene como principios la paz y la libertad de sus subditos ( o esclavos o...) sino en todo caso los del pueblo que somete, en este situación los ingleses, romanos en otras , hoy en día ya sabemos quien etc jejejejej

Y aunque tu protagonista sí luche por estos altos ideales, no es creíble que entonces fuera un buen siervo de quien nunca buscaría esos principios para los pueblos sometidos, sino todo lo contrario.

Se que esta cuestión no hace al meollo de tu relato, pero ... como argentina no quería dejarlo pasar... Espero me entiendas Facu's Mr Green

Ahora lo bueno: Si bien no me extenderé mucho, pues no necesita gran explicación, los méritos de relato superan ampliamente esa pequeña cuestióin. Escribes con magia, esa creo que es la mejor descripción que puedo hacer. Atrapas con los sucesos que vas contando. Y narras con la solvencia de quien sabe como manejar las palabras, para que nos hagan transportarnos a ese mundo y a esa situación que nos relatas. Entendemos al capitán, y entendemos su anhelo de encontrar respuestas. Leyendo tu escrito me olvido de mi presente y puedo ver ese magnífico atardecer, sufrir poruqe ese pobre capitán no pudo cenar, y entender su decisión al aceptar la misión.

Muchas gracias Sam!

Ojalá continúes pronto tu historia.

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