El Agonizar de los Condenados: Tomo Especial de Navidad
Mar Dic 25, 2007 12:03 am
Déjenme contarles una historia... esta historia se remonta a hace 5 años, en el 2002 y durante la víspera navideña...
Esta historia habla sobre mi primo, Gustavo, un joven de 20 años con gran corazón y mente responsable. Mi primo era el tipo de persona que gustaba de la compañía aunque no en exceso, o eso puedo decir lo poco que lo conocí, pues nuestra diferencia de edades entonces era de alrededor de 10 años. Lo que puedo afirmar con toda seguridad es que era muy querido en su familia, con mis tíos. Era el mayor de tres hermanos, o sea un ejemplo a seguir para ellos.
Y aconteció que llegó la navidad, Diciembre y todas sus festividades. Mis tíos planearon llevarse a sus hijos de viaje para pasar la navidad en Chihuahua, capital del estado. Sin embargo, por alguna circunstancia, Gustavo no quiso ir, tal vez la idea de pasar la navidad fuera de su casa (cabe resaltar que en esa casa vivieron nuestros abuelos y justo ese mismo año unos meses atrás nuestro abuelo había muerto) no le gustaba. Como sea, se negó rotundamente a ir y se quedó en casa mientras su familia se fue a pasar navidad lejos.
Ahí, en la soledad de su hogar, al fuego lento de la pequeña calefacción, se recuesta con su perro a comer de su cena navideña la noche del Martes 24 de Diciembre del 2002. En la soledad. Al terminar de comer se recuesta en el suelo satisfecho. Mientras tanto, el horno de calefacción seguía calentando el hogar.
Alrededor de las 3 a.m. del Miércoles 25 de Diciembre del 2002, Gustavo comienza a sentir un malestar mientras duerme, y despierta de inmediato con nauseas, detectando un horroroso y mortífero olor en el ambiente. Se dirige al baño y vomita ante el terrible impulso de su estómago por aliviar el malestar. Se levanta, mareado, y se dirige a la puerta principal de la casa para salir a tomar un poco de aire fresco. Pero al momento de tomar el picaporte de la puerta, su mareo comienza a debilitarlo y no reúne la fuerza suficiente para accionarlo, ni siquiera para sostenerse en pié y cae inevitablemente al suelo. Inmóvil. Su perro lo observa y se acerca para animar a su amo, pero es inútil el esfuerzo. Tal vez suelta unos quejidos y lloriquea un poco al ver el estado de su querido amo. Luego, se aleja lentamente... se posa debajo de la cama, y ahí se queda.
Jueves 26 de Diciembre del 2002, mis tíos y los otros dos hermanos van en camino a casa después de su viaje, con una angustia creciente y curiosidad de saber por qué Gustavo no respondió las llamadas que le hicieron el día anterior para saber como estaba. Llegan a la casa y Abner, el menor de los hijos baja del auto muy animado a entrar de nuevo a su casa y saludar a su hermano. Pero al abrir la puerta deja salir un grito con toda la capacidad de sus pulmones y con la angustia de lo que veían sus ojos:
-¡Papá! ¡Mamá! ¡vengan! -gritó con voz llena de pena y dolor. Sus padres se apresuran para ver la alarma y descubren la penosa visión que presenció su hijo: Gustavo, su hijo mayor, tirado en el suelo, su cuerpo inflado y casi descompuesto. Muerto. Las lágrimas se asoman en los rostros de los cuatro.
Mi primo, Gustavo, murió en la madrugada del 25 de Diciembre del 2002. Lo asesinó el monóxido de carbono liberado por el calor. El asesino que hasta ahora lleva muchas víctimas.
Unos días después mi madre recibe una llamada saludando como siempre con su voz alegre, yo sentado frente a una computadora vieja a punto de apagarla escucho la voz de mi mamá mientras su tono alegre se convierte en llanto y nos anuncia que nuestro primo murió. Después de la felicidad vino la tristeza.
Una triste historia... pero tal vez dirán "¿A que viene esto?". La respuesta es sencilla. Nosotros interpretamos la Navidad como un día de felicidad y cada año ansiamos que llegue con cada fibra de nuestro ser. Pero casi todos lo esperan por la comida, o los regalos, etc. Pocos la esperan por la unión familiar, por las visitas y la comunión con familiares y amigos. Después de la Navidad del 2002 yo amo la Navidad por esto. ¿Que me traigan regalos? Claro, me encantaría, pero si he de tener regalos a cambio de un momento de hermosa convivencia con mi familia, me parece que el precio es demasiado alto. Porque para eso es la Navidad, para convivir con los seres queridos sin importar lo que se tenga que hacer para ello, aunque sea salir de viaje. Nunca sabes cuando puede ser la última vez que convivas con ellos. Nunca.
Pero sobre todo, la Navidad es para festejar el nacimiento de Jesús. Si disfrutamos la familia y la convivencia, el amor y los regalos, es porque Jesús nos amó y nos ama. Es porque Jesús quiere que las tengamos y porque decidió venir al mundo a morir por nosotros para que disfrutáramos la vida, aún cuando no la merecíamos. Disfruten la Navidad, pero sobre todo, disfruten a Dios y sus bendiciones, porque entre estas están... pues... todo lo que tienes, sin excepción.
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Tal vez muchos notaron que aunque prometí escribir el Tomo 1 de El Agonizar de los Condenados el sábado, no lo hice... De repente llegó la idea a mi de escribir este especial de Navidad y decidí reservarlo para hoy. Por supuesto esto es algo que realmente sucedió y no inventé absolutamente nada.
Espero que les haya gustado este Tomo. El sábado probablemente escribiré el Tomo 1, aunque ahora no prometo nada xD porque se que los imprevistos llegan, obviamente, cuando menos lo esperas. También espero que les haya servido de algo esta anécdota o reflexión, como prefieran llamarla. A mi me sirvió...
Nos vemos, narnianos. Recuerden disfrutar todo lo que tienen y agradecer a Dios por todas las cosas, porque cuando menos lo esperas, Jesús puede venir a decirte que llegó tu hora y que llegaste al final del camino, sin preguntarte si quieres más tiempo. Les deseo que esta Navidad sea mejor que la anterior y que el próximo año sea aún mejor que este
PD: este no fue un mensaje para alertar sobre el monóxido de carbono y los peligros que representa. Pero no está demás recordarlo...
¡Feliz Navidad a todos!
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