Amor y odio en un mismo lugar

Jue Sep 11, 2008 10:41 pm

Todo lo que uno vive cuando es niño se recuerda para toda la vida. Momentos de felicidad y de alegría, momentos de tristeza y de llanto. A veces la memoria quiere excluir a la fuerza todo lo sufrido, para quedarse sólo con las risas; sin embargo hay ocasiones en que es inevitable el recuerdo, y todo vuelve a nosotros como si fuese sido ayer.

El domingo que pasó mi antigua casa por fin fue vendida, y digo por fin pues desde hace tres años que estaba con el cartelito de “se vende” sin que nadie le tome importancia, hasta que apareció una persona, muy insistente en verdad, y se la llevó. Antes de eso, teníamos que sacar algunas cosas que habían quedado dentro, y obligadamente tenía que cooperar con la tarea. Al principio no quería ir, pero al ver que no habían muchas manos para el trabajo tuve que desistir. Y no quería ir por dos razones: la primera por flojera, y la segunda, y ahora sé que fue la principal, por el choque de sentimientos encontrados que me producía el volver a ese lugar.

Puedo decir que a esa casa la quiero, y a la vez la desprecio. La quiero porque en ella viví momentos muy bonitos, que difícilmente borraré de mi cabeza, como por ejemplo el haber tenido en la parte trasera un gran árbol de palta (aguacate) donde subía para jugar, o simplemente para estar allí y escuchar el ruido que hacen las hojas cuando se balancean por la fuerza del viento. La querré siempre porque fue el lugar donde más he compartido con mis hermanos, donde aprendí a querer a mi familia, y donde, pese a la zona marginal, conocí a buenas personas con las que compartía sonrisas. Sin embargo, esa casa también me provoca desprecio, sobretodo pánico, pues en los últimos años en el ambiente únicamente se respiraba enfermedad, llanto, melancolía, rabia y soledad.

En esa casa aprendí lo bueno de lo bueno, y la vez lo bueno de lo malo. Si me pongo a pesar en una balanza que situación me enseñó más, diría que con las dos aprendí de igual manera. Con caricias y con llantos, con compañía y con soledad.

No sé si algún día vuelva a ese lugar, por ahora prefiero estar lejos y dejar atrás todo lo desagradable, aunque éstas vuelvan fugazmente. Ni modo, habrá que pelear con esos fantasmas.

Saludos.