Instrucciones para volar

Mie Ago 20, 2008 11:10 pm

Creo que lo he dicho en otra parte, soy poco de dar consejos a los demás, y si lo hago son en casos muy especiales, a personas con las que me une un afecto especial. Sin embargo, por experiencias vividas y por experiencias donde simplemente fui testigo de primera fila, comparto estas ocho indicaciones, que no son para soñar, sino para empezar volar, y así ver la realidad desde arriba, a vista de águila. Espero de corazón que sea de utilidad.

1. La primera siempre es esencial. Que te importe muy poco si lo que piensas no es compartido por los demás, o por lo ya establecido. Si hay algo que irrita a las personas más papistas que el Papa son las opiniones diferentes y que rompen esa burbuja de “estabilidad” que ellos mismos han creado, y que quieren, o imponen a los demás, entrar en ella.

A lo que no deberías hacer oídos sordos es a las personas que están cerca de ti, y que sientes que les une un afecto especial, como es el caso de la familia y los amigos. A ellos siempre les debemos escuchar, aun si nuestras ideas son cruzadas.

2. Cada vez que nos trazamos metas en la vida sentimos que nos invade ese espíritu entusiasta, con ganas de empezar a trabajar en ello. Sin embargo, cuando la primera de las metas no es realizada del todo, pensamos que se nos cae el mundo. Yo no lo vería así, anoche escuché decir a un escritor y periodista que “en la vida nunca llegamos a ser lo que queremos ser, sino lo que apenas podemos ser”. Ese dicho, sumado a la opción de empezar nuevamente, da ánimos de no estar suspirando continuamente.

3. Si formas parte de un lugar que está “habitado” por personas con más intelecto que el tuyo, por nada te amilanes. La mayoría de esas personas creen saberlo todo, y no admiten más opiniones que las de su “círculo social”. Pero por esa misma ojeriza en no aceptar las ideas de otros no ensanchan más sus conocimientos, quedando como sabelotodos sólo en el papel. En cambio, si empiezas desde cero, y siempre intercambias ideas y experiencias, te harás, como quién no quiere la cosa, en una persona con una inteligencia abierta y siempre trabajando, y no en una cerrada y egoísta.

Aparte de eso, caerás más simpático a los demás, y no estarás endiosado como los otros. Dioses de barro, claro está.

4. Si crees en Dios, o en algún Ser Superior tenle fe siempre, aun si las cosas no marchan bien. Pero si eres ateo y no crees en nada divino, ten como regla básica el no hacer daño a los demás, o por lo menos inténtalo. Quizá seas visto como bicho raro en la sociedad, pero mientras no te metas con nadie, nadie se meterá contigo. Aparte te ganarás el respeto de los demás, y no su rechazo.

5. Sé consecuente con los digas y hagas. Muchas veces se abre la boca sin tener presente lo hecho anteriormente, y si eso se contradice se crea una doble moral que puede pasar la factura en otras circunstancias. Lo ideal sería quedarse callado que a mostrar hipocresía por medio de nuestras palabras o actos.

6. Ya sea si somos personas sociables o insociables, hagamos de nuestros momentos de soledad un momento rico para conocernos mejor. Se pueden hacer muchas cosas: escribir, leer, dibujar, pintar, cantar, o cualquier verbo donde alguien de afuera no te diga qué hacer (salvo los libros), pues es un momento para explorar que hay y que no hay dentro de nosotros. Si hay algo bueno todavía no explotado, alegrémonos y empecemos a mostrarlo a los demás, pero si no encontramos nada, no llorar pues los momentos de soledad sobran en este mundo, y ya habrá tiempo para ir en la búsqueda nuevamente.

7. No seas un perro del hortelano. Si ves que los demás avanzan, y tú te quedas en el mismo lugar de siempre, no trates que otros te acompañen. Es mejor quedarse solo y llorar amargamente nuestro error, que compartir el llanto con más de dos personas. Y si eso se invierte, y sólo eres tú el que está arriba, y son varios los que intentan escalar, no pongas trabas para que estos te acompañen, más bien ayúdales para llegar junto a ti, pues el éxito es como una comida sabrosa, si no se comparte no sabe a nada.

8. Y para terminar, nunca te creas el dueño de la verdad. Si por méritos propios, o por los de otros disfrutas de credibilidad, no pienses que todo lo que digas será tallado en puertas de oro, pues aun si la gran mayoría te dice “chí cheñó, chí cheñó” con la cabeza gacha, con el tiempo habrán otras personas que te dirán lo contrario, y tú no podrás refutarlas pues nunca aprendiste a vivir contra la corriente.

Saludos narnianos.