La diferencia entre el querer y el poder
Mie Mar 30, 2011 12:41 am
[ Categoria: Voluntad ]
[ Animo: Con sueño ]
[ Actual: Escuchando ]
Advertencia al lector: lo aquí escrito puede ser exagerado y no corresponder "del todo" a la realidad a menos que conozca a la autora.
Quiero pasar los sábados y los domingos con mi "labradora enana" (así le digo porque es una mezcla extraña que parece, en efecto, un labrador que no fue prelavado y se encogió en la lavadora) en el único parque de la ciudad que, aparte de ser grande, permite la entrada de los canes, pero tengo que presentarme a las siete de la mañana en la oficina los sábados y los domingos, cuando me despierto temprano y miro a través de la ventana, ya no estoy segura de querer realmente tumbarme sobre la hierba solamente: ¡son tantas las cosas que quisiera abarcar en esas 24 horas!
Quiero adoptar a un niño o una niña de más de cuatro años, pero ni siquiera tengo 24 años y no tengo una estabilidad económica para ser una buena mamá.
Quisiera comprar un departamento pequeño. No demasiado grande, lo suficientemente cómodo y confortable para una persona soltera. Dos recámaras, una sala y una cocina lo suficientemente amplia para hacer mi regadero, con una vista a un jardín: lo quiero en un primer piso y con pasto. Y ventanas. Al menos quiero que mi sala tenga ventanas. Si pueden ser corredizas mejor. Pero no me gustaría que estuviera en mi ciudad. Y estoy consciente de que no es buena idea comprarlo ahora. Ni siquiera en plazos. Quisiera invertir en otro lugar.
Me gustaría recorrer el mundo con una cámara de fotos y simplemente desentenderme de las palabras "trabajo", "estudio", "desarrollo de competencias" y "responsabilidad cívica" por un tiempo, viendo los paisajes, conociendo más culturas, mejorando mis idiomas y aprendiendo un poco de otras áreas que quizá no incluiré en mi currículum vitae, pero que dan experiencia de vida.
Quisiera tener un sueldo de cinco cifras (y que la primera de esas cifras sea mayor de 2, por favor...) a la quincena, para empezar no sólo a ahorrar para la investigación a futuro que quiero realizar sino también para dos cosas: el patrimonio que quiero hacer y mi patrimonio intelectual. Y esto me lleva al siguiente punto.
Quiero ir a Harvard, entendiendo que la matrícula es ridículamente (o tragicómicamente) superior a mis posibilidades actuales y superior a todas las becas que se ofrecen a los latinoamericanos. Quiero estudiar esa maestría y, después, el doctorado. Claro, después de la maestría española porque para lo que quiero desarrollar no puedo quedarme con un solo elemento. Necesito dos manos para apoyarme en el suelo si quiero pararme cabeza abajo, ¿o no?
Quiero un perro que tenga tamaño, fenotipo y modales de ente canino. Lo que más se aproxima a lo que quiero es un pastor alemán. Una hembra, con la que me lleve bien desde cachorra. Que tenga más o menos mi mismo carácter o que, si no, sea un balance y sea una buena amiga con quien se pueda vivir.
Quisiera pasar mis próximas vacaciones de una de las siguientes maneras:
O bien en algún lugar donde pueda huir del calor infernal de la ciudad, cerca de una alberca con agua fría, donde pueda estar a la sombra de un árbol, con infinidad de lectura y una toalla para tumbarme; o bien en la ciudad de México, disfrutando de la tranquilidad que dejan todas las personas que salen corriendo en esas fechas. Disfrutar ahí de los museos, los parques, todo aquello que tanto amo y aprovecharla al cien. Y, si se puede, ver a aquellas personas que tanto quiero.
Y, si no se puede, de pérdida pasar los días yendo a nadar y estar en una tumbona toda la mañana y la tarde durante esa temporada. Buscar un spa y darme un tratamiento, porque estoy más que agotada.
Todos son deseos vanos, estoy más que consciente de ello - salvo algunos pocos que se encuentran regados por ahí, como la estudiada, iniciar la investigación de la terapia, la adopción, etc. - pero también entiendo que una cosa es lo que "quisiera" hacer y otra cosa lo que "puedo" hacer hoy por hoy.
Por más que quiera, mi salario no llega a lo que me gustaría para brincar a Harvard y/o España mañana. Ni para empezar a invertir en bienes raíces. Y mucho menos para botar todo por la borda y empezar a viajar como única ocupación (claro, me ayudaría mucho continuar y terminar como freelance extra oficina con mi novela).
Sin embargo, tengo clarísimo lo que sí puedo hacer. En mis manos están algunas de estas cosas. Puedo, por ejemplo, darme a mí misma lo que deseo en estas vacaciones que vienen. Y tal vez no serán las más "intelectuales", "elevadas", "trascendentes", etc. que he llegado a desear, pero la vida se compone precisamente de pequeños momentos cotidianos. Y voy a ser sincera: estoy "com-ple-ta-men-te" molida.
Esa es la verdadera diferencia entre lo que se quiere y lo que se puede. Saber lo que hay recursos imposibles de momento y aceptar los que se tienen en los bolsillos. Y de esa manera, poco a poco, me voy acercando a ese cielo con los dedos de mis manos mientras trato de tocarlo con los pies en mi columpio de la vida. Decidiendo hacer en el hoy lo que se puede y, a la vez, teniendo claro que la ambición no es sino una magnífica aliada en el proceso de alcanzar mi meta.
Quiero pasar los sábados y los domingos con mi "labradora enana" (así le digo porque es una mezcla extraña que parece, en efecto, un labrador que no fue prelavado y se encogió en la lavadora) en el único parque de la ciudad que, aparte de ser grande, permite la entrada de los canes, pero tengo que presentarme a las siete de la mañana en la oficina los sábados y los domingos, cuando me despierto temprano y miro a través de la ventana, ya no estoy segura de querer realmente tumbarme sobre la hierba solamente: ¡son tantas las cosas que quisiera abarcar en esas 24 horas!
Quiero adoptar a un niño o una niña de más de cuatro años, pero ni siquiera tengo 24 años y no tengo una estabilidad económica para ser una buena mamá.
Quisiera comprar un departamento pequeño. No demasiado grande, lo suficientemente cómodo y confortable para una persona soltera. Dos recámaras, una sala y una cocina lo suficientemente amplia para hacer mi regadero, con una vista a un jardín: lo quiero en un primer piso y con pasto. Y ventanas. Al menos quiero que mi sala tenga ventanas. Si pueden ser corredizas mejor. Pero no me gustaría que estuviera en mi ciudad. Y estoy consciente de que no es buena idea comprarlo ahora. Ni siquiera en plazos. Quisiera invertir en otro lugar.
Me gustaría recorrer el mundo con una cámara de fotos y simplemente desentenderme de las palabras "trabajo", "estudio", "desarrollo de competencias" y "responsabilidad cívica" por un tiempo, viendo los paisajes, conociendo más culturas, mejorando mis idiomas y aprendiendo un poco de otras áreas que quizá no incluiré en mi currículum vitae, pero que dan experiencia de vida.
Quisiera tener un sueldo de cinco cifras (y que la primera de esas cifras sea mayor de 2, por favor...) a la quincena, para empezar no sólo a ahorrar para la investigación a futuro que quiero realizar sino también para dos cosas: el patrimonio que quiero hacer y mi patrimonio intelectual. Y esto me lleva al siguiente punto.
Quiero ir a Harvard, entendiendo que la matrícula es ridículamente (o tragicómicamente) superior a mis posibilidades actuales y superior a todas las becas que se ofrecen a los latinoamericanos. Quiero estudiar esa maestría y, después, el doctorado. Claro, después de la maestría española porque para lo que quiero desarrollar no puedo quedarme con un solo elemento. Necesito dos manos para apoyarme en el suelo si quiero pararme cabeza abajo, ¿o no?
Quiero un perro que tenga tamaño, fenotipo y modales de ente canino. Lo que más se aproxima a lo que quiero es un pastor alemán. Una hembra, con la que me lleve bien desde cachorra. Que tenga más o menos mi mismo carácter o que, si no, sea un balance y sea una buena amiga con quien se pueda vivir.
Quisiera pasar mis próximas vacaciones de una de las siguientes maneras:
O bien en algún lugar donde pueda huir del calor infernal de la ciudad, cerca de una alberca con agua fría, donde pueda estar a la sombra de un árbol, con infinidad de lectura y una toalla para tumbarme; o bien en la ciudad de México, disfrutando de la tranquilidad que dejan todas las personas que salen corriendo en esas fechas. Disfrutar ahí de los museos, los parques, todo aquello que tanto amo y aprovecharla al cien. Y, si se puede, ver a aquellas personas que tanto quiero.
Y, si no se puede, de pérdida pasar los días yendo a nadar y estar en una tumbona toda la mañana y la tarde durante esa temporada. Buscar un spa y darme un tratamiento, porque estoy más que agotada.
Todos son deseos vanos, estoy más que consciente de ello - salvo algunos pocos que se encuentran regados por ahí, como la estudiada, iniciar la investigación de la terapia, la adopción, etc. - pero también entiendo que una cosa es lo que "quisiera" hacer y otra cosa lo que "puedo" hacer hoy por hoy.
Por más que quiera, mi salario no llega a lo que me gustaría para brincar a Harvard y/o España mañana. Ni para empezar a invertir en bienes raíces. Y mucho menos para botar todo por la borda y empezar a viajar como única ocupación (claro, me ayudaría mucho continuar y terminar como freelance extra oficina con mi novela).
Sin embargo, tengo clarísimo lo que sí puedo hacer. En mis manos están algunas de estas cosas. Puedo, por ejemplo, darme a mí misma lo que deseo en estas vacaciones que vienen. Y tal vez no serán las más "intelectuales", "elevadas", "trascendentes", etc. que he llegado a desear, pero la vida se compone precisamente de pequeños momentos cotidianos. Y voy a ser sincera: estoy "com-ple-ta-men-te" molida.
Esa es la verdadera diferencia entre lo que se quiere y lo que se puede. Saber lo que hay recursos imposibles de momento y aceptar los que se tienen en los bolsillos. Y de esa manera, poco a poco, me voy acercando a ese cielo con los dedos de mis manos mientras trato de tocarlo con los pies en mi columpio de la vida. Decidiendo hacer en el hoy lo que se puede y, a la vez, teniendo claro que la ambición no es sino una magnífica aliada en el proceso de alcanzar mi meta.
Publicado por: PollyPlummer
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