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reyNiles · Última edición por reyNiles el Jue Ago 07, 2008 4:55 pm, editado 1 vez

Saludos a todos:

Al entrar en lo profundo del bosque el temor a encontrar lo que no quieres ver te domina... ¡pero atención! A veces, en la más profunda oscuridad yace la luz. ¿Qué hay en estos tan temidos "bosques prohibidos"? Es momento de saberlo...

Rey Niles

capítulo 7: Los bosques prohibidos

–Aún veo a los minotauros a la entrada del bosque –Helen, trepada a la copa de un árbol, observaba a los rudos guardias conversar entre ellos sin dar un sólo paso hacia el interior.
–Y es lo más cerca que los vas a ver –le replicó Perseus–. No se van a meter ni empujados por un dragón chorreando fuego.
–Entonces estamos a salvo –sonrió Niles.
–¿Que no entienden? –Perseus los miró como idiotas– ¡Estos son los Bosques Prohibidos! ¡Esos monstruos no se meten aquí por MIEDO! ¡Diablos y rediablos! Ustedes no tienen idea de los que ocurre en estos bosques. De aquí nadie ha salido vivo. Nadie. Hombres y bestias desaparecen aquí y ni un resto queda para enterrarlo. ¿Por qué creen ustedes que nos apiñábamos en las tierras del sur, si aquí hay mucho más espacio? Muchos, en el pasado, quisieron ocupar estas tierras para librarse de los malos reyes. Cientos de los más fuertes entraron para explorar, ninguno volvió. Lo que sea que habita aquí, no perdona a nadie. De noche, salen gritos espantosos como de cien mil almas en pena. ¡Vámonos de aquí, por favor! ¡Prefiero los minotauros!
–Cálmate. Estás chillando como un supersticioso –dijo Susan.
–¡No estoy chillando! ¡Y es verdad lo que digo! ¡Hasta mis propios tíos, Barum y Fargus, desaparecieron el verano pasado! También los perseguían los minotauros, y también, pensaron que meterse a los Bosques Prohibidos era lo más seguro. Nunca más volvieron, ¡y eran toda la familia que me quedaba!
El pobre fauno se sentó fingiendo rabia para que no lo vieran llorar. Susan dejó las palabras de lado. Imitando un gesto de su amiga Helen lo abrazó por detrás, suavemente y sin hablar.
Orgullosamente, el fauno se levantó de golpe rechazándola con mal entendida dignidad. Hizo un gesto decidido de salir del bosque, pero apenas dio un paso una flecha pasó silbando entre su oreja y su cuerno.
–¡Diantre sea! ¡Cuerpo a tierra! –gritó Hakim empujando al fauno con violencia contra el suelo. Susan y Niles lo imitaron a escasos segundos de evitar una lluvia de flechas asesinas.
–¡Helen, baja! –gritó Susan.
–¡No, no bajes! –gritó Hakim aún más fuerte– ¡Y tú no la llames! –le gritó a Susan, pero luego le habló en voz baja– no delates su presencia. Si le dices que baje ellos sabrán que está en un árbol y le apuntarán. Debe esperar que se cansen para intentar bajar.
¡Suuuiiiiisssss! ¡FWOM!
Pero lejos de cansarse, los minotauros decidieron lanzar flechas incendiarias a las copas de los árboles. El fuego comenzó a cundir y Helen no tuvo otra que saltar a tierra. Las llamas agarraron los troncos y en segundos breves, el bosque se hizo un horno.
–Ahora sí no tenemos alternativa –tosió Niles ante el humo–, debemos huir hacia el interior.
–No lo hagan, por favor no lo hagan –rogó Perseus raramente humilde.
–No hay otra. Quemarse no es opción –resopló Susan, y decidida, encabezó la marcha bosque adentro.
El fuego les rozaba las espaldas cuando se metieron corriendo bosque adentro, el humo, más rápido, se adelantaba a sus pasos haciendo difícil correr por la falta de aire. Entonces, algo así como un trueno sacudió el cielo y el fuego pareció detenerse. A lo lejos, otros truenos sonaron, y tras ellos horribles mugidos de agonía estremecieron el aire.
–¿Qué les dije? Están matando a los minotauros. Después vendremos nosotros –se estremeció Perseus.
–Si mata a los minotauros puede estar de nuestra parte. No seamos tan fatalistas –habló Niles.
Pero los gritos de agonía cesaron para dar paso a un silencio mortal. El bosque entero estaba en silencio. Ni las hojas caían.
–Ah vamos, un trueno es un trueno, los truenos no matan... –Hakim trató de calmar la angustia con lógica.
–...Ni apagan incendios –replicó Perseus.
–Tal vez nos cuide –Helen quiso ser optimista.
¡TUMP! ¡TUMP! ¡TUMP!
Los truenos en el cielo dieron paso a truenos en tierra que sacudieron el bosque. Los árboles comenzaron a vibrar cada vez más violento ante los estampidos, y el ánimo de todos empalideció. Los truenos parecieron acercarse, ¡TUMP! ¡TUMP! ¡TUMP! Rodeando a los cinco compañeros que sin saber por qué, se acercaron en un intento de abrazo silencioso, lleno de temor.
–Lo que tenga que venir, que venga –fingió Niles un valor que lo abandonaba.
–Pero que venga ya –susurró Perseus–, ¡que nos mate ya!
–¡¡JIIIIIJAAAUUUU!! ¡¡HUUUUUIIIIIIIIII!! ¡¡GUUUUUUAAAAAAUUUUUUUU!!
–¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHHHH!!!
Bestias de todos tamaños los rodearon en un ataque tan desordenado que nadie supo nada ni comprendió que caramba pasaba. Toda clase de animales, pero sobretodo, burros; enormes burros grises de orejas largas gritando ¡JIIIIJAAUUU! ¡JIIIIJAAAUUUU! entre patadas y coces, los atacaron desde todas direcciones. Junto a los burros, unos pocos caballos relinchando ¡HIIIIIII! agitando sus cascos, perros grandes de colmillos fieros y unos cuantos leopardos, guepardos y panteras negras.
–¡No voy terminar comido por un gato roñoso! –rugió Hakim con el orgullo de la desesperación.
–¿A quién le dijiste gato? –le contestó un leopardo.
Los burros parecían dirigir el caos con sus rebuznos, unos gritaron ¡JIIIIJAUUU! a los caballos, que obedientes cargaron contra los hombres a cabezazos; otros rebuznaron hacia la copa de los árboles, desde donde ardillas lanzaron un ataque de bellotas contra los cinco. Pero las ardillas, y los mismos burros, callaron de pronto ante unos chillidos roncos y penetrantes que llegaron desde el oeste del bosque.
–¡¡JIIIIIIJAAAAAUUUUU!! –volvió a rebuznar un burro, pero fue en vano. Los chillidos se acercaron como la tormenta que viene y aterrada, Susan vio que los burros se desordenaban. Entonces, sin saber cómo, unos brazos musculosos la tomaron por la cintura y la levantaron como si nada hacia los árboles. Niles vio la captura y corrió gritando ¡Susan! ¡Susan! tan desesperado por ella que, descuidado de sí mismo, recibió una violenta patada de burro en el estómago y se desmayó. Creyó que la noche había caído en segundos y sus oídos se cerraron.

Despertó sobre tierra seca y supo que lo habían movido kilómetros desde el lugar de la pelea. Miró a su alrededor y sólo vio una muralla de burros que lo rodeaba mirándolo con ojos llenos de odio. Volvió a mirar con desesperación hacia todos lados sin ver más que burros. Entonces una voz lo calmó.
–Tranquilo, sólo nos miran. Todavía no deciden nada.
¡Era Hakim! Más tranquilo pero igual de aporreado. Niles lo miró con alivio y después, volvió a mirar.
–No, no las busques. No están. Ni ellas ni el fauno ese –leyó Hakim la pregunta en el rostro de su amigo– parece que se las llevaron los “enemigos” de nuestros amables anfitriones –ni en los peores momentos dejaba Hakim de ser sarcástico–. Parece que estos señores burros forman una especie de guerrilla. Por lo menos, nos vigilan mientras decide su “general”.
Los asnos no dejaban de mirar y algunos rechinaban los dientes. Niles se sintió a su pesar, muy nervioso.
–No nos van a dejar ir ni por asomo, ¿verdad? –dijo, con fingida confianza.
–Ni por asomo, humano –y esa palabra rechinó como acero derretido– y por mí, te taparía a patadas, pero es nuestro general el que decide.
–Y no nos gustan los humanos, ¡para nada! –rebuznó otro–. Humanos, río inagotable de traición, mar que nunca se seca de ingratitud, ¡humanos!
–Nuestro general dirá que se hace –rebuznó un tercero.
–Y aquí mismo llega, ¡JIIIIIIJAAAUUUUU!
–¡El General Jumento! ¡JIIIIIIJAAAAAUUUUU!
De no estar rodeado de burros agresivos, se hubieran echado a reír. Un burro viejo, de barbas blancas vestido con una casaca estilo Napoleón llena de medallas y charreteras, avanzó tan severo que cada paso retumbó sus pezuñas. Para Niles y Hakim, que no vivieron ni la segunda ni la primera guerra mundial, para qué hablar de las guerras napoleónicas, aquel traje era sólo un disfraz ridículo de soldadito de plomo. Pero los burros le abrían paso con respeto y el General Jumento, aun silencioso, irradiaba una severidad que pronto les cortó la risa.
–¿Más humanos en el bosque? –gruñó más cansado que enojado–. Parece que el enano los empuja a carretadas. ¿Y de donde son, con esas ropas raras? ¿Son traidores de Narnia, o falsarios de Archeland? Uno de ellos parece ser de incluso más al sur, ¡hmmmf! este bosque parece estar llenándose de plaga. Hará falta que venga el exterminador, ¿no? ¡aaaajuuuumm!
–¡Óyeme burro! –gritó Niles perdiendo la paciencia. Ya se había resignado a lo peor en manos de los burros, así que decidió no fingir amabilidad esperando una piedad que no vendría–. ¡Muchas cosas nos han atacado desde que llegamos a Narnia, pero por Aslan, ningún animal va a llamarme plaga! Un hombre es lo que soy, un ser humano, venido de donde tú no tienes idea. ¡No me importa que seas general entre los tuyos! Para mí eres un burro, y nada más que un burro, y antes de rebuznar mi sentencia te voy a arrancar las orejas. ¿Quieres rebuznar a mi ritmo? ¡Pues te reto! Burro y viejo, a ver cuantos ¡jiiijaaauuu! te quedan en la panza.
Varios burros rebuznaron con ira, pero el general, fresco y confiado, sólo rió de muy buen humor.
–¡Un valiente entre los hombres! ¡Jiiiijaaauuuu! Eso merece su pequeño premio. Te dejaré hablar un poco más antes de sentenciarte. ¡Jiiiijaauu, jiiijaaauuu! Si no fueras tan raro y feo, hasta me atrevería a llamarte un rey entre los hombres, pues los que caen por aquí rara vez hacen algo fuera de llorar y rogar con el sombrero a dos manos. Un pequeño rey vagabundo, así es como te voy a llamar. ¡Jiiiiijaauuu, jiiiijaaauuuu! Tal vez, en una de esas, vengas de la sangre del rey Tirian, a través de alguna campesina ingenua que le dio alojamiento. Si hasta te paras como rey, más tieso que una caña. ¡Jiiiiijaaaauuuu!
El General Jumento lo decía con burla, pero a través de sus palabras, Hakim se percató de que su amigo ya no parecía más aquel joven artista fracasado, que encorvaba su espalda bajo un triste abrigo viejo. El aire de Narnia estaba afectándolo y ahora, se erguía como un rey, con el pecho estirado y una mirada severa y justa a la vez.
–Como un rey de cuentos de hadas –murmuró un burro siguiendo la broma.
–Mejor, como un príncipe –se rió una burrita muy coqueta–, ¡mira qué hermoso es, qué apuesto y qué varonil! No me importaría llevar unas riendas si él me las pusiera. ¡Jiiiiijaaaaaaauuuuu!
–¿Hermoso? –dijo otra burra– ¿Con esa cara chata y esas orejas de ratón minúsculas? ¿Y esa crin amarilla y esa piel sin pelos?
–No sé qué sea hermoso para los humanos, pero de todos los que he visto, este es el que encuentro más bello –contestó la burrita coqueta–. Si hay un rey de los hombres, debería ser él, ¡jiiiiijaaaauuuu!
–No lo alaben tanto. Rey de los muertos va a ser dentro de poco –se rió otro burro.
–Parece que estamos todos de acuerdo, mi querido Rey de los Tontos –el General Jumento disfrutaba cada palabra.
–Pues sabrá entonces, general, que yo sabré morir como un rey; de mi boca no saldrá un sólo ruego de clemencia –Niles lo desafió cada vez más erguido, cada vez más digno.
–¡Cálmense todos! ¡Cálmense! –chilló una voz de mando, firme y segura, pero bastante más aguda y pequeña– ¡Aquí nadie va a morirse!

Mientras Niles y Hakim se hallaban en ese predicamento, Susan no la pasaba mejor, volando de rama en rama como Jane de la Selva, sujetada por esos brazos musculosos. Pero no eran de ningún rey de la jungla que la hubiese raptado por motivos galantes. No, su secuestrador era un mono. Un feo chimpancé saltando de rama en rama, con Susan bajo el brazo, dando esos roncos chillidos que le devolvían multiplicados sus compañeros. Susan miró a lado y lado. ¡El bosque hervía de monos! Grandes chimpancés, aún más grandes gorilas, orangutanes, gibones, pequeños monos con cola, grises, rojos, negros, marrón... un ejército entero parecía cruzar el bosque dando saltos furiosos de largos metros, el suelo estaba tan lejos que si el mono erraba, pensó Susan, se matarían los dos de la caída. Pero los monos viajan por las ramas con la misma seguridad que los humanos caminan. Sus saltos eran firmes y la mano siempre agarraba la rama precisa, pero era aterrador para Susan ese largo tiempo en el aire entre rama y rama, ni la montaña rusa la mareaba así. Se exigió dominarse a sí misma. Así logró ver, entre la masa de monos, una cabellera rubia agitada al viento bajo el brazo de otro chimpancé. “Al menos –pensó– llevan a Helen al mismo lugar que a mí”. Eso la hizo sentir más confiada, ya no pudiendo hacer nada salvo esperar. El ejército de monos, entre gritos y aullidos, continuó su viaje entre los árboles rumbo al bosque oeste.

–¡General Castor! –rebuznó enojado el General Jumento– ¿Hasta cuando te digo que no desdigas mis órdenes delante de mis tropas? ¡Yo no le doy órdenes a tus soldados comemadera, así que deja de meter mano en mis asuntos militares!
El personaje de la voz aguda, un castor, se acercó con confianza al General Jumento dando la impresión de estar acostumbrado a esas rabietas de viejo. Este pequeño general llevaba un uniforme verde de general moderno, con casco de acero y estrellas en ambos hombros. Se paró sin miedo cerca del viejo burro y sus soldados, que lo miraban con simpatía.
–Lejos de mí desautorizarte, viejo amigo –le habló con calidez, era muy amable–. Pero el manejo de prisioneros es un asunto que debe discutirse a nivel de consejo de generales, según indica el Estatuto De La Cueva, que tú mismo firmaste a nombre de los burros...
–¡Al diablo tú y tu cueva! ¡Nunca paras de citarme los estatutos de la cueva, como si yo fuera un viejo desmemoriado! –rebuznó el viejo general–. Mira Castor, estos dos humanos miserables no dan para un consejo de generales, son un par de vagos narnianos y ya. No hay que citar generales para decidir el destino de dos vagos inútiles, que después de todo, abundan bastante desde el comienzo de la era de los Malos Reyes.
–Con ese criterio –preguntó el General Castor–, ¿cuantos bravos soldados hubiéramos perdido, que llegaron aquí como vagos inútiles? Además, sabes que las profecías de la cueva...
–¡No me cites las profecías de la cueva! ¡Jiiiiijaaauuu! –el General Jumento sacudió las orejas como si le fuera a doler lo que el castor iba a decirle–. Sabes que mi gente odia a los humanos y sabes bien por qué los odiamos. ¡Jiiijaaauuu! Sólo a esos medio humanos, o humanos sin acabar, los podemos odiar más. ¡Maldición! Cada vez que cae un hombre queremos patearlo hasta el reino de los gigantes, y allá vienes tú con tu cueva y sus profecías y lo salvas. ¡Jiiiiijaaauuuu!
–¿Y acaso algunas vez nos hemos arrepentido de mi decisión? ¿Te olvidas de cuantos de esos humanos que odias se convirtieron en fieles soldados, valientes ante cualquier peligro? –el General Castor gozaba replicando al burro–. Mi gente no odia a los humanos, y bien sabe Aslan que tendríamos motivos de sobra para odiarlos, ya sabes, mi gente se exilió en los Bosques Prohibidos muchos siglos antes que tu gente y sus, ejem, “amigos” del bosque oeste. Pero no los odiamos. Los castores guardamos la memoria y las profecías sin perder la paciencia ni flaquear en los malos tiempos. Sabemos que el dolor es parte de la gloria. Debes sufrir el invierno para ver la primavera, ¡y Aslan sabe que desde el invierno de la Bruja Blanca, que no teníamos tiempos tan malos en Narnia! Pero precisamente por eso, cada humano que cae es valioso y debe conservarse...
–¡JIIIIIJAAAAUUU! ¡Lo que hay es que eres un blandengue! –al parecer el General Jumento no podía dejar al General Castor terminar ninguna frase, pero el castor estaba más que acostumbrado a su grosería– ¡Y con los cuentos de la cueva le salvas la vida a estos humanos traicioneros, porque en el fondo te dan pena! A mí no me vengas con excusas proféticas, los quieres salvar y ya, tantas veces lo mismo, ¡jiiiijaaauuuu!
–General, antes de decidir mi destino, me gustaría saber más de esa cueva...
Niles había seguido todo el diálogo con interés, y al nombrar el castor la cueva sintió tanta curiosidad que sin temor alguno los interrumpió.
–¡Jiiiijaaauuu! ¡Humano! ¡Ahora que te salvó el castor sacas la voz! –rezongó el General Jumento.
–Yo lo oí decir que sabría morir como un rey –sonrió el castor.
–¡Palabras! ¡Puras palabras! ¡Los humanos son sacos de palabras! ¡Jiiiiijaaauuuu! –rebuznó el general y se calló.
–Humano, antes de hablar me presentaré como corresponde –hizo el General Castor una elegante venia–. Soy, como oíste, el General Castor, Comandante Supremo De Las Operaciones De Ríos y Lagos, Jefe de la División Comemadera, y Supremo Guardián de los Archivos Históricos y Profecías de la Gran Cueva; del Glorioso Ejército de la Resistencia de Narnia, con cuartel general provisorio en los Bosques Prohibidos. No te vendrá mal alguno de nosotros, aunque estos burros malhumorados siempre le hacen la misma broma pesada a cuanto humano cae en sus pezuñas. Odian a los humanos, es verdad, pues desde la desgraciada muerte del rey Tirian, los burros han vivido exiliados en estos bosques, rechazados por el resto de los narnianos. Esa fue su desgracia, pero también su esperanza, eso lo sabemos los castores muy bien. Nosotros vivíamos aquí desde hacía muchos siglos antes, desde la era de Caspian primero, el conquistador, nada menos, considerados extintos ya que no volvimos a Narnia cuando Caspian Décimo restauró las cosas antiguas. Se nos confió un secreto terrible y maravilloso a la vez. Cosas muy tristes que pasarían, y que ya pasaron, y cosas aún más terribles que vendrán. La muerte de Tirian y el final de la Casa de Caspian, y el exilio de nuestros amigos los burros por culpa del error que uno sólo cometiera, fue escrito en la cueva mucho antes de que sucediera...
–¡Ya llega al asunto, Castor, que hasta el humano está cansado de tu cháchara –volvió a interrumpir el General Jumento. Niles lo miró con furia, las palabras del castor lo tenían inspirado.
–La cueva –siguió el castor como si nada–, guarda versos muy precisos sobre los últimos días de Narnia, y el Gran Peligro que vendrá desde la Más Helada Oscuridad. Una amenaza tan cruel que las mismas brujas palidecerán ante su maldad. Por eso, en tiempos remotos, los castores organizamos el primer ejército para proteger la cueva y transmitir su legado a cada generación. Tras la muerte de Tirian y el comienzo de los Reyes Malos, organizamos el Ejército de Resistencia de Narnia, a fin de unir todas las fuerzas posibles para el día fatal que se aproxima.
–Ahora cuéntale de tu tonto interés por los humanos –gruñó el General Jumento.
–Tratamos igual a todos los seres que caen en los Bosques Prohibidos –replicó el Castor–. Pero los humanos son esenciales para nuestra causa, y por eso examinamos con mucho cuidado cada humano que cae.
–¿Esenciales? –preguntó Hakim incorporándose a la conversación.
–Ciertamente, mi amigo moreno, esenciales sí, pero no cualquiera –dijo el castor–. Ciertos signos deben cumplirse. Todo está en la cueva, pero el tiempo se acerca, sí, se acerca.
–No vayas a decirlo otra vez –rogó el General Jumento exasperado.
–Sabes que lo diré, sabes que voy a decirlo –canturreó el General Castor, gozando.
–Ahí vamos de nuevo –gruñó el viejo burro doblando las orejas.
–Aslan está en movimiento... –dijo riendo el General Castor.

(continuará) link al siguiente capítulo

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"La primera gran virtud del hombre fue la duda, y el primer gran defecto, la fe"

"—Las palabras no devuelven a los seres amados que perdemos —murmuró Yinoim—. ¡¡¡Así que guárdate las palabras!!!"

El retorno de la reina dulce
La Travesía Del Capitán Scott
La Llamada De Los Dioses

Alambil,la sra. de la paz · Publicado: Vie Oct 12, 2007 8:30 pm **Asunto**:

Bravé!!!!! muy buena tu historia.... Aplausos

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Bien sabía que algo inesperado podía ocurrir; así que ni esperanza de pasar sin que sucediera alguna terrible y temeraria aventura en los inmensos picos de estas montañas con sus solitarias cumbres y valles donde ningún rey reinaba. Por fin se encontraban atravesando un desfiladero angosto a una gran altura, bordeado por el más terrible precipicio cuyo fondo desaparecía en la neblina del valle. Allí pasaron la noche arropándose con un pedazo de cobija y titiritando de frío y pavor. (The Hobbit)

Si hay cosas buenas es porque Dios es La Bondad Absoluta. Si hay verdades es porque Dios es la Verdad Absoluta. Si hay belleza es porque Dios es la Belleza Absoluta.

Miembro Número 010 del Comité Contra las Faltas Voluntarias y el lenguaje SMS

I know that love is unconditional, but i also know that it can be unpredictable, unexpected, uncontrollable, unbearable and strangely easy to mistake for loathing, and...i think i love you. My heart...it feels like my chest can barely contain it, like it's trying to escape because it doesn't belong to me any more. It belongs to you. And if you wanted it, i'd wish for nothing in exchange - no fits, no goods, no demonstrations of devotion, nothing but knowing you loved me too; just your heart, in exchange for mine. (Yvaine)
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rachel · Publicado: Dom Oct 14, 2007 11:11 am **Asunto**:

Excelente!

Te confesaré algo Niles...no estoy segura de que me guste como resolverás el enigma de esta Narnia "después de...", pero lo cierto es que me gusta mucho tu firma de narrar.

Un estilo ágil, que atrapa al lector manteniendo vivo el suspenso, con personajes bien logrados (a pesar de lo agresivos, al fin los burros terminan siendo simpáticos, y por supuesto, uno ama a los castores de entrada, Sonriendo

)

Repito: Excelente!

Aplausos

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Las Cronicas de Narnia en Espanol

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“Si encuentro en mi deseos que nada en esta tierra puede satisfacer, la única explicación lógica es que fui hecho para otro mundo”. C.S.Lewis

Alambil,la sra. de la paz · Publicado: Dom Oct 14, 2007 5:23 pm **Asunto**:

La volví a leer y me kede así: Shoqueado

jeje sigue porke me kedé atrapada en la lectura

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Bien sabía que algo inesperado podía ocurrir; así que ni esperanza de pasar sin que sucediera alguna terrible y temeraria aventura en los inmensos picos de estas montañas con sus solitarias cumbres y valles donde ningún rey reinaba. Por fin se encontraban atravesando un desfiladero angosto a una gran altura, bordeado por el más terrible precipicio cuyo fondo desaparecía en la neblina del valle. Allí pasaron la noche arropándose con un pedazo de cobija y titiritando de frío y pavor. (The Hobbit)

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Bethan Maleza · Publicado: Dom Oct 14, 2007 8:50 pm **Asunto**:

Muy bueno!
Esta vez no tengo comentarios del argumento, es decir, si tenía un comentario pero me olvidé de que era Gira ojos

Pero apenas me acuerde lo escribo

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Contramaestre del "Resplandor Cristalino"
Entrego mi alma
al dulce resplandor
de la vida misma, del sol
de la Reina Lucia, la Valiente,
en todo su esplendor.

Las Costas Dicen

Abrilucy · Publicado: Dom Oct 14, 2007 8:53 pm **Asunto**:

uf!!! ....me canse de leer pero valio la pena...porque esta muy bonita tu historia...mi prima Ala me cuenta de las historias de Edward X, de ti, de efeustace...de las historias n que lee y lei la tuya y me gusto...voy a entrar mas seguido aqui me quede asi y te voy a dar : Shoqueado

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***Soy feliz asi como soy***

efeustace · Publicado: Dom Oct 14, 2007 10:48 pm **Asunto**:

esta chida me encanto este capitul yo tambien me canse de leer pero valio la pena

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ORGULLOSAMENTE EL ÚNICO USUARIO DEL FORO QUE LLEGÓ AL RANGO DE "DUQUE". Rey

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Alambil,la sra. de la paz · Publicado: Dom Oct 14, 2007 10:51 pm **Asunto**:

la neta escribes muy chido... Guiño

me gusta toda tu historia Aplausos

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Bien sabía que algo inesperado podía ocurrir; así que ni esperanza de pasar sin que sucediera alguna terrible y temeraria aventura en los inmensos picos de estas montañas con sus solitarias cumbres y valles donde ningún rey reinaba. Por fin se encontraban atravesando un desfiladero angosto a una gran altura, bordeado por el más terrible precipicio cuyo fondo desaparecía en la neblina del valle. Allí pasaron la noche arropándose con un pedazo de cobija y titiritando de frío y pavor. (The Hobbit)

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reyNiles · Publicado: Mar Oct 16, 2007 11:17 am **Asunto**:

¡UUUf! La verdad me atrasé terriblemente con las respuestas. Espero me disculpen, así que en atención a todos voy a contestar sus mensajes en el orden que llegaron.

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reyNiles · Publicado: Mar Oct 16, 2007 11:20 am **Asunto**:

Querida Alambil:

reyNiles · Publicado: Mar Oct 16, 2007 11:28 am **Asunto**:

Querda Rachel:

reyNiles · Publicado: Mar Oct 16, 2007 11:34 am **Asunto**:

Querida Bethan:

reyNiles · Publicado: Mar Oct 16, 2007 11:41 am **Asunto**:

Querida Abrilucy:

reyNiles · Publicado: Mar Oct 16, 2007 11:51 am **Asunto**:

Querido Efeustace:

reyNiles · Publicado: Mar Oct 16, 2007 12:00 pm **Asunto**:

Querida Alambil:

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